Secretos

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Se había secado ligeramente luego de la ducha. Un toallón envolvía parte de su cuerpo mientras algunas gotas se deslizaban desde sus cabellos a lo largo de su espalda.

Lo notó apenas apoyó sus pies en la alfombra de la habitación: algo no andaba bien. Tal vez producto de años de entrenamiento. No podía describirlo, ni explicarlo. Era una sensación a flor de piel. Lo sentía en los nervios de todo su cuerpo, que parecían reaccionar antes de buscar una explicación racional. Apagó la luz del baño, su mente se relajaba, concentrándose solamente en lo que debía hacer, vaciando su mente de pensamientos superficiales, comenzando a avanzar por la habitación. Su mano deshizo el nudo hecho en el toallón y éste se deslizó hacia el suelo: necesitaba una absoluta libertad de movimientos. Llegó a la puerta de la habitación y buscó el interruptor. Ahora ésta también estaba a oscuras.
Sintió el ruido, ligerísimo, de uno de los escalones del pasillo exterior. “Dos personas, tal vez tres”, pensó mientras se agachaba. Bajo la cama, su mano derecha se deslizó hasta sentir la empuñadura del tanto*. Con solo un movimiento de los dedos, deshizo el lazo que lo mantenía dentro de su funda y lo desenvainó.
Bajo la puerta, la franja de luz proveniente del pasillo, se vió interrumpida. Casi podía imaginar la tensión de los hombres del exterior, imaginar la adrenalina de ellos corriendo, preparando el ataque… El picaporte comenzó a girar…

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Lo oyó llegar, la llave girando en la cerradura, y puso la comida a recalentar. Eran casi las 11 de la noche. Al ir a saludarlo, lo vio. Apoyado en el marco de la puerta. “Está borracho otra vez…” Pero no, no era para tanto. Había bebido, sí. Y se veía desaliñado, con esa eterna mueca de hastío. Al menos caminaba sin caerse. Miró resignada hacia un costado mientras él entraba en la casa. Cualquier cosa con tal de no iniciar otra discusión. No quería otra vez los gritos, no quería verlo ver otra vez cómo él perdía el control y…

-Ya te puse a calentar la comida- dijo, yendo hacia la cocina

-Ya comí- fué la seca respuesta

-Te hice pollo, que te gusta – le dijo conciliadora.

-¡Te dije que ya comí! ¿No entendés?- Le contestó él, mirándola agresivamente.

A ella le costaba contenerse, no gritarle… no protestar… Desde que llegó, ni siquiera la había besado. Pero ya no extrañaba eso. Se fue a acostar, dejándolo solo.
Una vez en la cama, trataba de concentrarse en lo que haría a continuación. “Si pudiera… si, eso haré”. Al rato sintió cómo él abría la puerta y se metía entre las sábanas. Cerró sus ojos. Pero la mano de él se apoyó en su hombro, acariciándola toscamente. Trató de hacerse la dormida, pero él insistía en sus caricias…

-Estoy cansada… Mañana tengo que levantarme temprano…- Protestó débilmente. Pero él ya no se detuvo, ya no la escuchó, y por un momento quiso resistirse, empujarlo…y entonces todo el peso de él estuvo encima suyo, aplastándola mientras sentía su aliento a vino en la nuca, sus murmullos ininteligibles, sintiendo el olor a ese perfume que ella no usaba…
La rodilla aplastaba uno de sus muslos, obligándola a separar las piernas mientras su mano bajaba, acariciando lasciva y torpemente sus nalgas. Tiró con violencia hacia un costado, la tela de su ropa interior, descubriéndola.
La embestidas provocaban el ruido rítmico de la cama vieja, un dolor que tenía más de indignacion que de otra cosa, los puños cerrados atrapando las sábanas viejas y su rostro, hundido en la almohada.

Solo cerró los ojos mientras él gemía, llorando en silencio. Esperando que todo terminara…




El reloj parpadeaba mostrando las 2 de la mañana y la enfermiza luz verde de los números se reflejaba en un par de ojos abiertos… Ella comenzó a sacarse de encima el pesado brazo del hombre que estaba aprisionándola. Solo se escuchaban los ronquidos de él y el rozar de las sábanas cuando la mujer salió despacio de la cama. Se secó las lágrimas y respiró profundamente antes de ir al living y acercarse al escritorio. Aun temblaba…
Trató de tranquilizarse y se quedó sentada frente a su escritorio, en silencio. Esperó unos minutos y la encendió. A la luz del monitor, el sonido débil de las teclas fue lo único que se escuchó…

Dalia Negra … Oscura hoy dice:
Hola
Caos Absoluto dice:
Hola
Caos Absoluto dice:
¿Como estás?
Dalia Negra ...Oscura hoy dice:
Bien ¿querés rolear?
Dalia Negra … Oscura hoy dice:
¿Tenés tiempo?
Caos Absoluto dice:
:)
Caos Absoluto dice:
Dale, sigamos
Dalia Negra … Oscura hoy dice:
La puerta se abrió violentamente y casi en el mismo instante tomó la mano que se asomaba, empujándola hacia adentro, haciendo que todo el cuerpo se desestabilice y caiga. El roce del cuchillo contra el cuello fue rápido, y sintió el gemido ahogado del hombre al sentir la súbita pérdida de sangre. Lo lanzó al interior de la habitación, ya no debía preocuparse por él. Un segundo hombre estaba levantando una escopeta, y la daga penetró profundamente por debajo del esternón.
Dalia Negra … Oscura hoy dice:
Listo)
Caos Absoluto dice:
Al final del pasillo se encontraba un tercero… Y lentamente, sin dejar de mirar la matanza, comenzó a aplaudir…

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* Tanto: daga de aproximadamente 20 cm usada por los samurais, hecha a semejanza de la katana (e igual calidad)